El ser humano es, esencialmente, un ser social y, como tal, adquiere su máximo potencial en la medida en la que su desarrollo se enmarca en un contexto de grupo. Nuestra propia identidad como individuos es el fruto de la conjunción de predisposición genética y de la relación con el entorno y los otros. Dicho de otro modo, sin «los otros» no hay posibilidad de conseguir un equilibrado «yo». Del mismo modo, la satisfacción última de cualquier actuación humana radica en la forma en que ésta contribuye a la mejora de su sociedad y de cómo revierte en ella. Este «animal social» pugna por comunicarse, por establecer lazos con el semejante. Esto explica buena parte del éxito que han adquirido en poco tiempo las llamadas redes sociales. ¡Siempre la comunicación!

Habida cuenta que es probable que en los próximos decenios la migración internacional siga aumentando, cabe esperar que las sociedades del futuro sean de una diversidad lingüística cada vez mayor. Las sociedades con una gran diversidad de aptitudes y experiencias están en mejores condiciones para estimular el crecimiento a través de sus recursos humanos; es en este contexto, en el que el conocimiento de diferentes lenguas es uno de los medios de promover el intercambio de talento, servicios y competencias. El mundo está cambiando a un ritmo sin precedentes, planteando a las sociedades el reto de reaccionar con adaptación y creatividad.

En su libro “El mundo es plano”, de 2005, Thomas L. Friedman expone que en los últimos años del siglo XX las distancias entre todas las partes del mundo se han estrechado. El inicio del siglo XXI no ha hecho más que intensificar este proceso. La opinión pública está pendiente de la situación política de Grecia, los mercados financieros se levantan siguiendo la evolución de la bolsa de Tokio y se acuestan con el índice alcanzado por la de Nueva York, mientras que jóvenes de los cinco continentes ven los partidos de fútbol de la Liga española o de la Premier League Inglesa. Esta intensa e imparable globalización se refleja también en las aulas educativas de los países. Hoy más que nunca resulta imprescindible una formación adecuada en lenguas como el inglés, el francés, el alemán o el chino para alumnos que en un futuro próximo se enfrentarán a un mundo laboral marcado por la necesidad de comunicación a nivel internacional en diversos ámbitos: comercial, industrial, turístico y, en general, en todo tipo de relaciones internacionales. Esto nos desvela la gran importancia de concienciar a la juventud, sus familias y la sociedad en general de la relevancia de adquirir competencias lingüísticas en otros idiomas distintos al materno.

El conocimiento de un segundo idioma no es solo una alternativa o complemento a la formación, sino una exigencia a nivel personal para lograr un desarrollo completo en múltiples campos de la vida. Además, recientes estudios muestran evidencias concluyentes de que el aprendizaje de idiomas mejora la capacidad de comprensión, las habilidades espaciales y memorísticas, la capacidad de resolver problemas y el conocimiento de la estructura y vocabulario del lenguaje nativo de los alumnos.

En el ámbito laboral, el conocimiento del inglés por parte de los trabajadores españoles proporciona una prima salarial de cerca de entre un 6% y un 9%. Para España además, el aprendizaje del inglés y otros idiomas por parte de nuestros jóvenes es también una necesidad colectiva. Los dos aspectos que más pueden contribuir a una salida robusta y vigorosa de la crisis económica son el incremento de las exportaciones de nuestras empresas y la consolidación del espíritu emprendedor en nuestra población. Pues bien, el conocimiento de otros idiomas es un factor que influye decisivamente en las posibilidades de exportación de las compañías, así como en la capacidad de atracción de inversiones directas extranjeras. España es uno de los países de la UE que más posibilidades de exportación desaprovecha por el déficit de formación en idiomas.

Los resultados obtenidos en el estudio de competencia lingüística publicado por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte en 2012, reflejan que en España se necesita mejorar el nivel de competencia en lenguas extranjeras de los alumnos, especialmente en inglés. Analizando los niveles de rendimiento por destrezas, los peores resultados se obtienen en comprensión oral, lo que hace necesario un mayor esfuerzo en llevar a cabo acciones que favorezcan la adquisición de esta destreza.